A partir del s.VI d.C la fusión de las antiguas creencias celtas con la nueva religión de los primeros evangelizadores se reflejó en estas cruces célticas de gran carga simbólica. La forma circular evoca al sol, al culto astral y a la Rueda de la Vida mientras la cruz representa a Cristo y al encuentro del Cielo y la Tierra. En ocasiones estaban talladas directamente de antiguos menhires y su emplazamiento solía coincidir con lugares mágicos de gran fuerza telúrica.

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